
Es que el “anuncio importante” que rumoreaban la muchachada peronista mientras desplegaban los trapos de la JP y la Cámpora en la puerta de la Casa de Gobierno, conmovió profundamente a todo ese auditorio que ya se está acostumbrando a las buenas noticias oficiales. Mientras seguimos pellizcándonos para convencernos de que la ley de medios es una realidad, el Gobierno no deja pasar un minuto para seguir tomando medidas que profundicen la redistribución progresiva de los bienes materiales y simbólicos en la Argentina.
Si bien esta medida, como la propia Presidenta reconoció, no elimina la pobreza, que es un fenómeno complejo y multicausal, va en el sentido de seguir apuntalando a los más necesitados. Para las familias de escasos recursos, entre las cuales suele ser frecuente tener muchos hijos y encontrase en situación de informalidad laboral, es una intervención palpable para su realidad.
La oposición cuestiona el ingreso por insuficiente o porque sale de los fondos “intocables” de las jubilaciones (¿quién se preguntaba qué se hacía con esa plata cuando estaba en manos privadas?). Los sectores populares sonríen ante la posibilidad de poder contar con este vital apoyo para la crianza de sus hijos: familias cuyo ingreso no supera los mil pesos y tienen muchos hijos (que lamentablemente las hay y muchas), verán casi duplicado su ingreso mensual.

Una medida de estas características no puede más que hacernos estar orgullosos de seguir honrando las banderas peronistas. A muchos les seguirá siendo útil rotular a este gobierno de autoritario, demagógico y mentiroso. A nosotros, que cantamos la marcha emocionadísimos al cierre del acto histórico del anuncio de la asignación universal, lo vemos como una muestra más de lo que reivindicamos cuando levantamos las banderas de Perón y Evita.
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